Artículo del 22 de Febrero del 2009
A propósito de la recomendación que han dado el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal respecto a las “redes sociales” por internet, como “Facebook”, “Hi5”, “MySpace” y los riesgos inherentes para los internautas que al subir información personal a esas páginas proporcionan datos que permiten a la delincuencia organizada deducir niveles socioeconómicos que potencialmente los puede convertir en unas futuras víctimas, bien vale la pena abundar en esos y otros aspectos de este fenómeno que implican grandes riesgos, particularmente, para los niños y jóvenes que hacen uso de esos sitios en la internet.
En nuestro país existen alrededor de 23.7 millones de usuarios de la red, de los cuales el 35 por ciento tiene entre 12 y 19 años. Más aún, cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) establecen que entre 2001 y 2006 se incrementó en 102.1 por ciento los hogares que contaban con una computadora, al pasar de dos millones 744 mil a cinco millones 546 mil. Así, los usuarios de internet por escolaridad desde primaria hasta postgrado (de seis a 28 años) en 2006 representaban 18 millones 746 mil 353 usuarios de la denominada supercarretera de la información, de los cuales, 12 millones 539 322 son menores de edad (AZ Revista de Educación y Cultura, septiembre 2008)
La Policía Cibernética de la Secretaría de Seguridad Pública federal señala que los menores de edad están expuestos a ser contactados por pederastas —que fingen ser niños o adolescentes en busca de amigos— a través del ciberespacio, pero este riesgo se agudiza cuando se trata de las denominadas redes sociales como “Hi5”, “Facebook” y “Myspace”, donde el peligro radica en que los menores difunden sus datos personales (nombre, edad, dirección, teléfono, escuela). Y puesto que éstas registran un sinnúmero de usuarios es casi imposible su monitoreo si se considera que un pedófilo tarda entre 10 y 12 minutos en ganarse la confianza de un niño o un adolescente.
PEDERASTAS EN LA RED
Aunque no existen datos precisos sobre el número de niños que son víctimas de la explotación sexual que proyecten con estricto rigor la realidad que enfrentan los niños, las niñas y adolescentes sujetos a la pornografía y la explotación sexual, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que a nivel global al menos 150 millones de niñas y cerca de 73 millones de niños han sido víctimas de alguna forma de violencia sexual.
Y es que de acuerdo con estudios realizados por la OMS, se considera que anualmente un millón de niños y niñas son inducidos al mercado sexual, como la pornografía infantil, la explotación sexual y otras actividades similares, cuya naturaleza conlleva algún tipo de violencia en contra de ellos y ha colocado a este negocio ilícito como el tercero más lucrativo a nivel mundial.
Las investigaciones establecen que otro gran escollo de este flagelo mundial, es que las naciones no cuentan con estadísticas fiables acerca de la violencia de la niñez y la adolescencia, pues se carece de la información indispensable como sexo, edad y ubicación geográfica, derivado —fundamentalmente— de la dificultad de obtener cifras propias de una actividad ilícita como el comercio sexual: clandestinidad, ilegalidad y subregistro, que además ahora aprovecha modalidades que dificultan la persecución de los infractores, como la utilización de los menores a través del ciberespacio o contactos por celular.
Aunque el mayor número de víctimas se concentra en segmentos de la población más pobre, los desplazamientos y las migraciones forzadas, como consecuencia de conflictos armados, violencia o desastres naturales, entre otros fenómenos, son componentes que generan condiciones extremas para familias enteras, incluyendo sus niños y niñas, quienes se enfrentan a sobrevivir en escenarios marginados urbanística y socialmente.
La XXX Conferencia Internacional de protección de datos y vida privada, en ese sentido ha expresado su preocupación por la vulnerabilidad de los menores y los riesgos que corren cuando se conectan a internet. En primer lugar, porque al navegar en la red lo hacen sin preservar sus derechos a la privacidad y en segundo lugar porque los operadores de las redes sociales no han adoptado políticas de protección de la vida privada a las necesidades de los menores, una tarea en la que además se requiere —en nuestro país— de un marco jurídico además de la participación de los padres de familia y las autoridades educativas para evitar que los menores de edad se expongan al acoso en la red o sean víctimas de delitos como explotación o pornografía infantil.
En un asunto en el que se requieren otro tipos de medidas gubernamentales, la Asociación Mexicana de Internet (Amipci), ha emitido una seria de reglas mínimas para mantener la seguridad personal de los menores de edad sin que ello implique la cancelación de sus actividades sociales en internet, como el hecho de que los padres de familia procuren que la computadora en casa esté en un sitio visible, y no en las recámaras o cuartos cerrados o aislados de la casa, esto permitirá la fácil y constante supervisión de lo que ven o buscan los niños y jóvenes en internet, entre otros aspectos.
En este contexto, el gobierno del Distrito Federal, a través de la Secretaría de Educación, ha anunciado que para agosto de este año distribuirá a los alumnos de quinto y sexto de primaria un libro de sexualidad que incluirá temas como la pederastia, abuso sexual y pornografía en internet. Este y otros esfuerzos a nivel federal, así como del sector privado y de organizaciones civiles, deben fortalecerse a favor de la infancia y los jóvenes en el objetivo de protegerlos de las bandas criminales que actúan en internet. Uno no puede dejar de reconocer las grandes ventajas que tiene la supercarretera de la información. Pero los riesgos que conlleva su uso, en particular por sectores vulnerables, debe ser motivo de preocupación y de acción, por una parte, de los padres de familia, y por la otra, una llamada de atención a las autoridades para coordinarse en un esfuerzo conjunto, sin preferencias ideológicas o de algún nivel de gobierno.
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=416462
A propósito de la recomendación que han dado el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal respecto a las “redes sociales” por internet, como “Facebook”, “Hi5”, “MySpace” y los riesgos inherentes para los internautas que al subir información personal a esas páginas proporcionan datos que permiten a la delincuencia organizada deducir niveles socioeconómicos que potencialmente los puede convertir en unas futuras víctimas, bien vale la pena abundar en esos y otros aspectos de este fenómeno que implican grandes riesgos, particularmente, para los niños y jóvenes que hacen uso de esos sitios en la internet.
En nuestro país existen alrededor de 23.7 millones de usuarios de la red, de los cuales el 35 por ciento tiene entre 12 y 19 años. Más aún, cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) establecen que entre 2001 y 2006 se incrementó en 102.1 por ciento los hogares que contaban con una computadora, al pasar de dos millones 744 mil a cinco millones 546 mil. Así, los usuarios de internet por escolaridad desde primaria hasta postgrado (de seis a 28 años) en 2006 representaban 18 millones 746 mil 353 usuarios de la denominada supercarretera de la información, de los cuales, 12 millones 539 322 son menores de edad (AZ Revista de Educación y Cultura, septiembre 2008)
La Policía Cibernética de la Secretaría de Seguridad Pública federal señala que los menores de edad están expuestos a ser contactados por pederastas —que fingen ser niños o adolescentes en busca de amigos— a través del ciberespacio, pero este riesgo se agudiza cuando se trata de las denominadas redes sociales como “Hi5”, “Facebook” y “Myspace”, donde el peligro radica en que los menores difunden sus datos personales (nombre, edad, dirección, teléfono, escuela). Y puesto que éstas registran un sinnúmero de usuarios es casi imposible su monitoreo si se considera que un pedófilo tarda entre 10 y 12 minutos en ganarse la confianza de un niño o un adolescente.
PEDERASTAS EN LA RED
Aunque no existen datos precisos sobre el número de niños que son víctimas de la explotación sexual que proyecten con estricto rigor la realidad que enfrentan los niños, las niñas y adolescentes sujetos a la pornografía y la explotación sexual, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que a nivel global al menos 150 millones de niñas y cerca de 73 millones de niños han sido víctimas de alguna forma de violencia sexual.
Y es que de acuerdo con estudios realizados por la OMS, se considera que anualmente un millón de niños y niñas son inducidos al mercado sexual, como la pornografía infantil, la explotación sexual y otras actividades similares, cuya naturaleza conlleva algún tipo de violencia en contra de ellos y ha colocado a este negocio ilícito como el tercero más lucrativo a nivel mundial.
Las investigaciones establecen que otro gran escollo de este flagelo mundial, es que las naciones no cuentan con estadísticas fiables acerca de la violencia de la niñez y la adolescencia, pues se carece de la información indispensable como sexo, edad y ubicación geográfica, derivado —fundamentalmente— de la dificultad de obtener cifras propias de una actividad ilícita como el comercio sexual: clandestinidad, ilegalidad y subregistro, que además ahora aprovecha modalidades que dificultan la persecución de los infractores, como la utilización de los menores a través del ciberespacio o contactos por celular.
Aunque el mayor número de víctimas se concentra en segmentos de la población más pobre, los desplazamientos y las migraciones forzadas, como consecuencia de conflictos armados, violencia o desastres naturales, entre otros fenómenos, son componentes que generan condiciones extremas para familias enteras, incluyendo sus niños y niñas, quienes se enfrentan a sobrevivir en escenarios marginados urbanística y socialmente.
La XXX Conferencia Internacional de protección de datos y vida privada, en ese sentido ha expresado su preocupación por la vulnerabilidad de los menores y los riesgos que corren cuando se conectan a internet. En primer lugar, porque al navegar en la red lo hacen sin preservar sus derechos a la privacidad y en segundo lugar porque los operadores de las redes sociales no han adoptado políticas de protección de la vida privada a las necesidades de los menores, una tarea en la que además se requiere —en nuestro país— de un marco jurídico además de la participación de los padres de familia y las autoridades educativas para evitar que los menores de edad se expongan al acoso en la red o sean víctimas de delitos como explotación o pornografía infantil.
En un asunto en el que se requieren otro tipos de medidas gubernamentales, la Asociación Mexicana de Internet (Amipci), ha emitido una seria de reglas mínimas para mantener la seguridad personal de los menores de edad sin que ello implique la cancelación de sus actividades sociales en internet, como el hecho de que los padres de familia procuren que la computadora en casa esté en un sitio visible, y no en las recámaras o cuartos cerrados o aislados de la casa, esto permitirá la fácil y constante supervisión de lo que ven o buscan los niños y jóvenes en internet, entre otros aspectos.
En este contexto, el gobierno del Distrito Federal, a través de la Secretaría de Educación, ha anunciado que para agosto de este año distribuirá a los alumnos de quinto y sexto de primaria un libro de sexualidad que incluirá temas como la pederastia, abuso sexual y pornografía en internet. Este y otros esfuerzos a nivel federal, así como del sector privado y de organizaciones civiles, deben fortalecerse a favor de la infancia y los jóvenes en el objetivo de protegerlos de las bandas criminales que actúan en internet. Uno no puede dejar de reconocer las grandes ventajas que tiene la supercarretera de la información. Pero los riesgos que conlleva su uso, en particular por sectores vulnerables, debe ser motivo de preocupación y de acción, por una parte, de los padres de familia, y por la otra, una llamada de atención a las autoridades para coordinarse en un esfuerzo conjunto, sin preferencias ideológicas o de algún nivel de gobierno.
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=416462
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