domingo, 28 de junio de 2009

ARTICULO: El monstruo tras el ratón

Artículo del 28 de Junio del 2009

"No tenía ninguna piedad", dice el policía que rastreó durante cuatro meses sus crueles asaltos en la red a más de 250 niñas para que se desnudaran para él · El ciberacosador de Chipiona actuaba al menos desde el año 2006

Eduardo, el policía de la Brigada de Investigación Tecnológica que lo ha desenmascarado, ante su ordenador; al lado, los ficheros del Camaleón, los casos de sus numerosas víctimas.


Jorge M.C., el ciberacosador.



Uno de sus 'diálogos' con una de las menores, amenazándola.


Intenta taparse con su larga melena pero los sollozos que sacuden sus hombros acaban dejando al descubierto unos pequeños pechos que apenas han empezado a despuntar por encima de las marcadas costillas de su aniñado cuerpo. Con ella, como con todas, había empezado de 'coleguita', "Hola, cariño, ¿cómo estás?". Haciéndose pasar por una chica de 15 años, nerviosa ante los cambios que empieza a experimentar su cuerpo, ansiosa por mostrarse en poses sexys en páginas de internet como votamicuerpo.

De ahí al asedio faltaba poco, demasiado poco. "Dame tu correo para que podamos hablar solas por el Messenger". Y María, una coqueta quinceañera de larga melena con la típica falda colegial, cayó en la ratonera. El monstruo que se ocultaba tras el ratón apareció de pronto en su teclado, irrumpiendo con sus crueles exigencias en su despreocupada existencia, pendiente hasta entonces sólo de sacar el curso adelante y ampliar su círculo de amistades chateando por la red.

María, como todas, intentó resistirse. Se negó una y otra vez al insistente acoso, al chantaje sin cuartel al que el monstruo la sometía. Pero al final no vio más salida que sucumbir. Cómo le iba a contar a sus padres que le había mandado una foto excesivamente ligera de ropa a un desconocido. Le quitarían el ordenador, su correa de transmisión con los amigos. En un vídeo de unos tres minutos de duración, María, con su larga melena cubriéndole los hombros, acaba despojándose de la ropa mientras las lágrimas le corren sin desconsuelo por el rostro y por el alma.

Eduardo, el oficial de la Brigada de Investigación Tecnológica (BIT) de la Policía Nacional que durante cuatro interminables meses ha rastreado los ordenadores y los discos duros que se le intervinieron, retrata al monstruo. "No tenía ninguna piedad", dice de Jorge M.C., el joven de 24 años de edad que ha sido capturado en Chipiona por acosar a más de 250 niñas a través de Internet para que le mandaran fotos y vídeos desnudas.

Eduardo desvela un sin fin de aterradores detalles que no aparecían en la nota policial de la detención del ciberacosador, que sacan a la luz el auténtico alcance del drama, el sistemático acoso al que sometió a sus víctimas desde hace mucho tiempo. Demasiado.

Porque este joven policía, experto en capturar a pedófilos y pederastas que actúan a través de internet, está convencido de que el ciberacosador de Chipiona actuaba desde hacía tiempo. Mínimo desde hace tres años, desde 2006. Y no descarta que empezara antes, cuando aún no tenía ni 18 años.

Hasta el pasado año no pudieron dar con él. Porque no fue hasta mayo de 2008 cuando se produjo la primera denuncia. Y porque la víctima, una joven de Madrid, acorralada por el depredador telemático, decidió mandarle una carta a su madre en la que hablaba de suicidarse. Rápidamente, la BIT, que tiene su cuartel general en el complejo de la Dirección General de Policía, situado en la carretera de Canillas, en Madrid, se puso manos a la obra.

"Me ha llevado muchos meses de mi vida", lamenta Eduardo. Demasiado tiempo. No tanto porque fuera difícil dar con él ("Él iba de hacker por la vida, pero lo que hacía no era demasiado complicado"), sino porque había que estar pidiendo y esperando continuamente mandamientos judiciales.

Con un primer mandamiento conseguido, solicitaron a Microsoft los datos de conexión de las cuentas desde las que chantajeaban a esa primera víctima. El chipionero se reveló pronto camaleónico. Lord of the Matrix, Jonyxulo, Miguel20cm, ... son algunas de las doce personalidades cibernéticas que se fabricó para acosar a las menores.

Todas tenían las mismas IP (direcciones) de Telefónica y Ono. Nuevo mandamiento judicial ("Lo que se podía haber hecho en 15 días, se prolongó cuatro meses", se queja con amargura Eduardo) y cae el depredador. Salían indistintamente dos domicilios, radicados en Sevilla y Chipiona. Los BIT empiezan a vigilar las dos casas y descubren que se trata de una familia que reside en Chipiona que tiene dos hijos en Sevilla. El mayor, sólo venía para Cádiz en fechas señaladas. El pequeño, sin embargo, vivía a caballo entre las dos provincias. Con los estudios de técnico en Informática acabados, estaba en paro. De aspecto normal, aparentemente retraído, gozaba de mucho tiempo libre. No cabía duda: era él.

Era Jorge el que se conectaba a cualquier hora, entre las 11 de la mañana y las cinco de la madrugada, y camuflado tras su docena de personalidades, chantajeaba a las menores. Siempre haciéndose pasar por una jovencita, buscaba y rebuscaba en foros de adolescentes hasta elegirlas. Nada era al azar. Debían tener entre 12 y 17 años, la edad propicia para que picaran el anzuelo. Esa franja en la que aún la inocencia no se ha perdido y afloran las inseguridades, la indecisión sexual. "Él todo lo llevaba al terreno de lo sexual. Y se excitaba hasta ponerse como una moto".

Las carantoñas iniciales, el "soy tu terroncito de azúcar", daban pronto paso al zarpazo. En cuanto tenía la primera foto comprometida. "Jódete perra. O me enseñas las tetas o te arranco la cabeza".

Porque, Eduardo insiste, era muy cruel y no tenía piedad. Como aquella vez en la que al frente del teclado de una de sus víctimas favoritas se sentó su chico. "Frikie de mierda, le he visto el coño a tu novia", escupió con rabia por el ordenador.

Una se lo pidió llorando. Que la dejara en paz, que su madre estaba enferma. "Contesta o te rajo, zorra", fue su respuesta. No era su primera amenaza de muerte. Ni la última.

La chica de Madrid cuya madre interpuso la primera denuncia estuvo a punto de suicidarse. No pocas están en tratamiento psicológico. Muchas, antaño con currículums brillantes, empezaron a flaquear en los estudios. Una tuvo que dejar su colegio al mandar a todos sus amigos una foto suya casi desnuda al negarse a su chantaje. A otra sólo le dejaba dos horas para comer y cenar. A otra, la amenazó con mandar a sus amigos la foto en la que tonteaba con su hermano. "Tu hermano tocándote las tetas y chupándote el coño".

Las más aguantaron durante meses, puede que años incluso, un espeluznante chantaje que les obligaba a pagarle por entregas, a enviarle un cupo semanal de fotos o vídeos sin ropa o masturbándose. Si se retrasaban en un pago, el monstruo atacaba. Empezaba una aterradora cuenta atrás. 10, 9, 8, 7, hasta llegar a 0, al bloqueo del ordenador. O una interminable sarta de insultos, atacando donde más les duele a las niñas, metiéndose con su físico: "Cómprate unas tetas". O con el color de su piel a las sudamericanas o de etnia gitana. Porque, para colmo, era racista. "Pon la cam (la cámara) o te reviento, perra asquerosa". "Vete a cavar las minas con los monos".

Lo que aún nadie se explica es cómo pudo la Justicia dejarlo en libertad en octubre, cuando fue detenido la primera vez. Le cogieron dos ordenadores y un disco duro en los que había miles de fotos de jovencitas en poses pornográficas. En España, la simple tenencia de pornografía infantil es un delito.

Ni dos semanas tardó en reincidir. Se compró un nuevo disco duro, que acabó a reventar como el anterior. El monstruo volvía a tejer su telaraña. Por fin, hace diez días, era nuevamente detenido. En octubre, sus padres se llevaron las manos a la cabeza al enterarse. "¿Es por lo de la otra vez?", dijeron el otro día cuando fueron de nuevo por él. Pero esta vez, tardará mucho más en volver. El juez lo ha enviado a la cárcel. Sus víctimas pueden al fin descansar.

http://www.europasur.es/article/provincia/458099/monstruo/tras/raton.html

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