domingo, 7 de junio de 2009

ARTICULO: Cazadores de ciberpederastas

Artículo del 7 de Junio del 2009

Mensajes explícitos, de terribles crudeza, han sido localizados, entre otros, por el antropólogo español Miquel Ángel Ruiz Torres mientras estudiaba la pedofilia en internet. También observó que una abrumadora cantidad de sitios de encuentro entre ciberpedófilos y de intercambio de pornografía infantil se originan en México. El hallazgo concuerda con la fama que tiene el país como paraíso de pederastas.

Microsoft estima que México es el segundo país productor de pornografía infantil, en tanto que la organización internacional Fin de la Prostitución, Pornografía y Tráfico de Niños (Ecpat, por sus siglas en inglés) estima que desde servidores locales se suben diariamente a internet más de 2 mil páginas de ese tipo al día.

Mensajes como los que localizó Ruiz Torres son los que se encontraba todos los días la oficial Jennifer –conocida entre sus colegas como Linux–, cuando navegaba en las redes sociales de menores en las que se cuelan adultos acosadores, así como los sitios de encuentro entre ciberpedófilos.

Realizaba esta tarea como parte de su trabajo cotidiano en la Unidad de Investigaciones Cibernéticas de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.

“Tengo unas imágenes fuertísimas”, dice la agente mientras recorre el ciberespacio a golpe de clicks. Sobre su escritorio se encuentra un expediente con una lista de películas confiscadas en las colonias San Rafael y Tepito.

Uno de los días en que esta reportera visitó la unidad, Linux estaba en una operación encubierta. Se hacía pasar por Pedrito, un menor de edad que inventó como anzuelo para atraer la atención de los ciberpredadores que acechan en la red.

Uno ya había caído en la trampa. Era un hombre que en la página clandestinogay pedía relaciones homosexuales con menores de edad.

“Al principio insistía mucho en si yo era menor, que si soy delgado, que cuánto peso y cuánto mido. Le interesan mucho esos requisitos. Nos hemos comunicado por correos y mensajes por celular. Ya quedamos en vernos”, explica la oficial.

Yo tengo mucha curiosidad por conocerte Pedrito y saber lo que piensas, eres buen chico, me gustaría tratarte… el sábado podrás ir? le escribió este adulto después de insistir durante días que tuvieran un encuentro personal.

–¿Y cuál es el plan? –se le pregunta a la oficial investigadora.

–Todavía no lo determinamos. Yo quería presentarlo porque tengo oficio del Ministerio Público, pero probablemente esté relacionado con otros delitos y debemos esperar.

La policía cibernética de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) está integrada por nueve agentes; algunos son licenciados en Informática, ingenieros en Comunicaciones Digitales o Telemática, especialistas en cómputo forense, bancos y robótica.

Investigan a los miembros de las comunidades virtuales que fantasean con tener sexo con niños, así como también la producción, venta y comercialización de pornografía infantil.

En un tablero colgado en la pared está escrito el rol de trabajo de cada agente y los seudónimos que utilizan: Cyber, Link, Dato, Bit, Net, Buffer, Linux, Moe y Bratz.

Anzuelos

“Es muy fuerte la información que tengo”, comenta el comandante Gustavo Caballero Torres, o Cyber, líder del grupo de investigadores que en abril de este año desmanteló una red de pornografía infantil en la que estaba involucrado un sacerdote.

El día de la visita a la unidad, el jefe policiaco recorría sitios donde cibernautas intercambian experiencias sexuales y enfocó su atención en tres mensajes particularmente explícitos, en los cuales se requería a menores de edad para prácticas sexuales.

En sitios con nombres específicos se pueden leer comentarios como estos: Oye, ¿alguna nueva aventurita con una peque?, ¿estaba rica?, ¿de cuántos años es?, cuéntame.

Una vez que localizan páginas con pornografía infantil o donde se intercambia material o piden niños para sexo, el siguiente paso es anotar el correo electrónico de los involucrados y verificar si esos correos tienen antecedentes en otras páginas pornográficas; también investigan qué compañía proporciona el servicio de internet a esas personas, la identidad que registraron, dirección IP y el lugar geográfico donde fueron dados de alta esas cuentas.

–¿Qué esperan para atraparlos? –se le pregunta.

–No queremos ir de uno por uno sino agarrar a toda la red. Para eso es necesario realizar la investigación mediante metodología científica y policial. ¿De qué sirve atrapar a unos cuantos? Además, son inteligentes; así como yo los investigo, ellos hacen lo mismo conmigo.

De acuerdo con los expertos, existen aproximadamente 4 millones de sitios de pornografía infantil en la red.

Según la Policía cibernética federal, el 80% de las víctimas son mujeres, niños y adolescentes, la mayoría de escasos recursos; entre el 70% y 80% tiene historias de abuso sexual y desintegración familiar.

“Los datos de la Policía Federal muestran que la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes a través de internet ocupa el tercer lugar en la lista de delitos cibernéticos, sólo superado por los fraudes y las amenazas”, advierte Raquel Pastor, coordinadora de la organización Infancia Común.

“A pesar de que recientemente fueron aprobadas reformas a los códigos penales federal y del Distrito Federal, existen grandes vacíos legales para identificar y sancionar delitos cibernéticos y delitos asociados como la distribución de material pornográfico”, asegura la experta, quien creó el Diplomado de Explotación Sexual Comercial Infantil, que se imparte en la Universidad Iberoamericana.

El investigador Gerardo Rodríguez critica que el Gobierno Federal, a diferencia del capitalino, aún no actualiza sus leyes para permitir que su Policía cibernética persiga la explotación sexual de menores.

Tampoco sanciona al consumidor de pornografía infantil y permite a los estados que apliquen sus propios criterios para penalizar estos delitos.

Ante este vacío, en San Luis Potosí y Tabasco, por ejemplo, está todavía más penado por las leyes robar un caballo que abusar sexualmente de un menor.

Perseguir los delitos que se cometen por internet es, de por sí, difícil.

Caballero Torres se queja de que “a veces la política no permite que las corporaciones policiacas se apoyen” e interactúen. Lamenta que la Procuraduría General de la República no siempre colabora en las investigaciones con la Policía local, mientras que Estados Unidos o España pueden compartir información incluso con otros países.

La diputada Claudia Cruz, de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, dijo a Proceso que en la Reforma Integral de la Protección a Víctimas ante los Delitos de Pederastia aprobada en abril, el PRI y el PAN bloquearon las propuestas de que la Federación atraiga los abusos contra los menores de 18 años cuando las procuradurías estatales no los investiguen, de retirar el registro a las asociaciones religiosas cuyos líderes solaparan pederastas, la sanción a los encubridores que no eviten que se repita el abuso y la consideración del delito como delincuencia organizada.

“Como guerrilleros”

Los ciberpedófilos actúan como guerrilleros: usan seudónimos y adoptan muchas personalidades, se camuflan abriendo cuentas con datos falsos y conectándose a un servidor proxy para ocultar su identidad y localización.

Emigran entre sitios fijos para no tener bases localizables (muchos grupos sólo sobreviven unas pocas horas, justo las suficientes para que los cibernautas completen sus colecciones de pornografía infantil) y navegan en espacios donde se sienten seguros, superiores e invulnerables a cualquier eventual persecución de parte de las autoridades.

“Son muy listos, luego migran la IP a servidores extranjeros, configuran sus equipos para que los datos sean dados de alta en Holanda y yo piense que están operando desde ahí”, dice el comandante Caballero Torres.

Para su tesis de doctorado, titulada La atracción por la inocencia. Sociabilidad e imaginario erótico en las comunidades virtuales hispanohablantes orientadas a la pedofilia, Ruiz Torres estudió sitios creados por cibernautas anónimos orientados principalmente al intercambio y venta de materiales gráficos ilegales y en menor medida al intercambio de experiencias y opiniones sobre el tema.

De los 473 sujetos de su estudio, 48% afirmó vivir en México; 11% en España; 10% en Argentina; 9% en Perú; 4% en Venezuela, Chile y Colombia, y 10% en otros países de Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá.

Advierte que quizá porque su investigación estuvo basada en México, le aparecieron más sitios locales. Sin embargo, especialistas en el tema ubican a los mexicanos como grandes consumidores de pornografía.

De los 196 mexicanos que participan en esas redes, 70 dijeron residir en el Distrito Federal (aunque Ruiz Torres cree que probablemente también los mexiquenses dijeron vivir en la capital), 16 en Nuevo León; 13 en Puebla.

Otros 12 dijeron vivir en Jalisco; 8 en Baja California y Veracruz; 7 en Tabasco y Quintana Roo; 6 en Tamaulipas, y los 55 restantes en el resto del país.

El perfil encontrado en estos clubes de “amantes de niños” corresponde a varones, cuya edad media es de 22.79 años (70% de 182 no supera los 25 y 14% son menores de edad), y generalmente son estudiantes o profesionales calificados.

De los 900 mensajes posteados en las comunidades virtuales que revisó, cuatro eran propuestas para filmar o fotografiar niñas en actos sexuales.

Para conseguir imágenes concretas e invitaciones a comunidades, los “amantes de los niños” adoptaron estrategias y códigos para ponerse de acuerdo sin revelar explícitamente sus intenciones.

Las imágenes sexuales de niños pueden conseguirse en internet sobre todo por medio del intercambio o la venta directa con usuarios privados.

La otra vía es la oferta abierta al público que lanzan websites donde se establecen links con títulos como Lolitas World o Little Angels.

El especialista considera que la producción de algunas imágenes con sexo explícito de niños puede estar vinculada con el crimen organizado, pero “por lo general” se trata de creaciones caseras hechas por familiares, que suben ellos mismos a internet o comparten en comunidades de pedófilos.

Imágenes para volverse locos

La pornografía no sólo implica la acción de tomar una foto o un video: perpetua abusos y violaciones a niños y niñas y los marca de por vida.

“El abuso se multiplica cada vez que alguien ve ese material”, opina la doctora Elena Azaola, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social.

En los sitios de pornografia hard descritos por el antropólogo Miguel Ángel Ruiz Torres, se ven fotos que revuelven el estómago a cualquiera, incluido el agente Cyber, quien guarda en su computadora algunas de estas filmaciones que quitan el aliento.

A partir de estas grabaciones, Cyber tiene que llenar un formato con descripciones de las escenas, del lugar de la filmación, rasgos particulares de los participantes, diálogos y acentos regionales.

Es posible que estos datos ayuden a ubicar un sitio geográfico, y posteriormente identificar un culpable. Sin embargo, los pederastas se cuidan mucho de no dejar rastros.

“Este video alguien lo sube a la red porque alguien se lo pasó, que se lo pasó a otro, y lo ve y lo disfruta, lo baja a un DVD y lo vende, y es un círculo vicioso”, explica mientras muestra su archivo.

Los videos no acaban. En sociedades como la mexicana donde no se suman voluntades para cerrar el paso a los predadores que navegan por internet intercambiando pornografía infantil el fenómeno se comporta como el monstruo de mil cabezas, cortas una y aparece otra. Antes de terminar de leer este reportaje habrá ya 20 nuevas páginas a la red.

“Hay videos más fuertes, más duros, estar viendo 12 horas al día porno infantil repercute psíquicamente A mí me da coraje, se siente feo, no somos robots para no sufrir por lo que estamos viendo, pero hay que saber lidiar con esto para combatirlo”, comenta.

–¿Qué pasa si meto a investigar a alguien que no sabe manejar estas situaciones? –pregunta a sus colegas.

–Se convierte en violador en potencia—responde Virus desde su lugar.

–Lo matas –dice Bit.

–No aguanta –afirma Linux.

–Lo vuelvo loco –se responde Cyber, quien después de pensar un rato agrega: “Por la noche me quedo pensando cuál estrategia tengo que seguir para poderlos a agarrar, y pensando en los videos, en qué poca madre, pobre niña”.

http://www.am.com.mx/Nota.aspx?ID=331701

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