Artículo del 25 de Febrero del 2009
Ya sabéis que 'Cama redonda' es un blog en el que se habla de sexo desde una óptica festiva y distendida. Al menos lo intento la mayoría de las veces, aunque en ocasiones se me vea el plumero (hermoso y florido que lo tengo), como me dijo en su día una lectora, y el alien que llevo dentro salga a darse un garbeo por estas líneas.
Sea como sea, a tenor de los resultados, parece que la manera de abordar todas las cuestiones relacionadas con la sexualidad (desde la salud a lo puramente lúdico) de una manera natural, parece que os gusta. Un servidor y los señores de elmundo.es os lo agradecemos.
Por supuesto, me consta que a algunos no les hace maldita gracia y desde el desdén (y en algún caso el enfado) me ponen a caer de un burro. Partiendo de la base que resulta imposible gustar a todo el mundo, siempre he dicho que este blog no son las Tablas de la Ley ni pretende ser una verdad revelada. Se trata simplemente de mi manera de informar y dar opinión. Una cosa que hacemos los periodistas cuando se nos deja. Que es el caso.
Para alguien como yo, que considera que el sexo es diversión, celebración o comunicación entre iguales, el tema de hoy resulta francamente desagradable. Sin embargo, pienso que es necesario comentar algunas cosas al respecto, aunque choque frontalmente con el tono y la filosofía que suele imperar en el blog. Al fin y al cabo, de la misma manera que considero adecuado que, por ejemplo, en las revistas de coches se hable de educación y seguridad vial, creo que es positivo hablar de este problema legal y ético que tiene un claro trasfondo sexual, aunque sea aberrante.
Hace unos meses, gracias a la revista Zero, supe de la existencia de una ONG, la Asociación Protect. La finalidad de esta organización es la lucha contra el abuso sexual infantil en aquellos países del Tercer Mundo en los que dicha actividad ilegal campa a sus anchas.
Todos sabemos que los gobiernos de muchos países hacen la vista gorda, a cambio de unas divisas o porque realmente les importa un bledo lo que les ocurra a sus súbditos, ante la abrumadora presencia del turismo sexual pederasta internacional dentro de sus fronteras.
En algún que otro reportaje hemos podido ver imágenes de individuos occidentales paseando impunemente de la mano de niñas o niños en determinadas zonas turísticas o urbanas de países del sudeste asiático como Thailandia, Camboya o Filipinas. La presión mediática internacional ha provocado que el turismo sexual no se muestre con la crudeza y la desfachatez de hace unos años, pero el problema sigue estando ahí.
Protect trabaja actualmente en tres países: Costa Rica, República Dominicana y Camboya y, hasta el momento, ha abierto más de 180 expedientes de investigación y ha logrado que decenas de pederastas fueran juzgados y condenados a prisión por sus delitos. Además, ha proporcionado asistencia legal y psicológica a más de 160 menores víctimas de abusos sexuales. Desde la placidez de nuestro primer mundo es importante tomar conciencia de este problema, y en lugar de mirar a otro lado o simplemente escandalizarse, reflexionar y echar una mano a quienes luchan contra el abuso sexual infantil en ciertos paraísos para pederastas.
Existe en la actualidad verdadera alarma social respecto al tema de la pederastia. Aunque en algunos casos dicha alarma tenga tintes de psicosis (hasta el extremo que hay que pensarse dos veces mostrar cariño a un niño en público por el peligro que entraña ser malinterpretado y tildado de monstruo pederasta), continuamente no dejan de producirse detenciones y no pasa un mes sin que se desarticule alguna red de tráfico de pornografía infantil oculta en el marasmo de internet e intercambiadores de archivos. Ni qué decir tiene que si observamos fortuitamente la presencia en internet de ciertos contenidos pornográficos infantiles, debemos denunciarlo a las autoridades. Porque, aunque los ritos de iniciación sexual hayan sido habituales en determinadas culturas o en antiguas civilizaciones (como la griega), nada tienen que ver con la violencia y el abuso con el que se desenvuelven estos criminales en la actualidad. Al mismo Pericles se le caería el casco si viera lo que hacen.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/02/24/camaredonda/1235489783.html
Ya sabéis que 'Cama redonda' es un blog en el que se habla de sexo desde una óptica festiva y distendida. Al menos lo intento la mayoría de las veces, aunque en ocasiones se me vea el plumero (hermoso y florido que lo tengo), como me dijo en su día una lectora, y el alien que llevo dentro salga a darse un garbeo por estas líneas.
Sea como sea, a tenor de los resultados, parece que la manera de abordar todas las cuestiones relacionadas con la sexualidad (desde la salud a lo puramente lúdico) de una manera natural, parece que os gusta. Un servidor y los señores de elmundo.es os lo agradecemos.
Por supuesto, me consta que a algunos no les hace maldita gracia y desde el desdén (y en algún caso el enfado) me ponen a caer de un burro. Partiendo de la base que resulta imposible gustar a todo el mundo, siempre he dicho que este blog no son las Tablas de la Ley ni pretende ser una verdad revelada. Se trata simplemente de mi manera de informar y dar opinión. Una cosa que hacemos los periodistas cuando se nos deja. Que es el caso.
Para alguien como yo, que considera que el sexo es diversión, celebración o comunicación entre iguales, el tema de hoy resulta francamente desagradable. Sin embargo, pienso que es necesario comentar algunas cosas al respecto, aunque choque frontalmente con el tono y la filosofía que suele imperar en el blog. Al fin y al cabo, de la misma manera que considero adecuado que, por ejemplo, en las revistas de coches se hable de educación y seguridad vial, creo que es positivo hablar de este problema legal y ético que tiene un claro trasfondo sexual, aunque sea aberrante.
Hace unos meses, gracias a la revista Zero, supe de la existencia de una ONG, la Asociación Protect. La finalidad de esta organización es la lucha contra el abuso sexual infantil en aquellos países del Tercer Mundo en los que dicha actividad ilegal campa a sus anchas.
Todos sabemos que los gobiernos de muchos países hacen la vista gorda, a cambio de unas divisas o porque realmente les importa un bledo lo que les ocurra a sus súbditos, ante la abrumadora presencia del turismo sexual pederasta internacional dentro de sus fronteras.
En algún que otro reportaje hemos podido ver imágenes de individuos occidentales paseando impunemente de la mano de niñas o niños en determinadas zonas turísticas o urbanas de países del sudeste asiático como Thailandia, Camboya o Filipinas. La presión mediática internacional ha provocado que el turismo sexual no se muestre con la crudeza y la desfachatez de hace unos años, pero el problema sigue estando ahí.
Protect trabaja actualmente en tres países: Costa Rica, República Dominicana y Camboya y, hasta el momento, ha abierto más de 180 expedientes de investigación y ha logrado que decenas de pederastas fueran juzgados y condenados a prisión por sus delitos. Además, ha proporcionado asistencia legal y psicológica a más de 160 menores víctimas de abusos sexuales. Desde la placidez de nuestro primer mundo es importante tomar conciencia de este problema, y en lugar de mirar a otro lado o simplemente escandalizarse, reflexionar y echar una mano a quienes luchan contra el abuso sexual infantil en ciertos paraísos para pederastas.
Existe en la actualidad verdadera alarma social respecto al tema de la pederastia. Aunque en algunos casos dicha alarma tenga tintes de psicosis (hasta el extremo que hay que pensarse dos veces mostrar cariño a un niño en público por el peligro que entraña ser malinterpretado y tildado de monstruo pederasta), continuamente no dejan de producirse detenciones y no pasa un mes sin que se desarticule alguna red de tráfico de pornografía infantil oculta en el marasmo de internet e intercambiadores de archivos. Ni qué decir tiene que si observamos fortuitamente la presencia en internet de ciertos contenidos pornográficos infantiles, debemos denunciarlo a las autoridades. Porque, aunque los ritos de iniciación sexual hayan sido habituales en determinadas culturas o en antiguas civilizaciones (como la griega), nada tienen que ver con la violencia y el abuso con el que se desenvuelven estos criminales en la actualidad. Al mismo Pericles se le caería el casco si viera lo que hacen.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/02/24/camaredonda/1235489783.html
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