Artículo del 6 de Octubre del 2008
COMENTARIO: Otro pequeño reflejo de la opinión pública.
Internet es uno de los avances tecnológicos y de comunicación más importantes del último cuarto del siglo XX y comienzos del XXI. No solo facilita información en tiempo real, sino que simplifica multitud de trámites, en una sociedad en la que el tiempo es oro, permitiendo, además, el mantenimiento de un contacto constante, fácil y barato con familiares y amigos a pesar de la distancia. Se calcula que, solo en España, los usuarios ascienden a más de veinte millones.
Pero, como todo instrumento versátil inventado por el ser humano, Internet es también el medio ideal para la comisión de los más variados delitos, siendo, sin duda, el más execrable de todos, el de la pornografía infantil porque no solo se trata de la obtención de pingües beneficios con la transmisión de imágenes vejatorias de menores, sino que supone el ejercicio previo de violencia en niños para captarlas. Es, quizás, la manifestación más sofisticada de uno de los fenómenos más lamentables de nuestra sociedad de consumo: el abuso y la explotación infantil. La fundación Internet Watch ha cuantificado en 3.000 los sitios web que ofrecen pornografía infantil.
La operación Carrusel, que se ha saldado con la detención de más de 121 personas involucradas en la transmisión de pornografía infantil a través de la Red, ha hecho que el número de detenidos por delitos de esta índole, solo en España, en lo que va de año ascienda a 400, un 65% más que en todo el 2007. Dato más que preocupante si lo comparamos con el último informe de la Fiscalía, que señalaba que los casos de pornografía infantil habían aumentado un 150% del 2005 al 2007.
Según un informe de Save The Children, 5.000 niños son obligados a ejercer la prostitución en España. El 23% de las niñas españolas y el 17% de los niños han sufrido algún tipo de abuso sexual pero solo el 10% de los casos de abuso se convierten en objeto de investigación criminal.
Los datos son demoledores. Somos un fracaso como sociedad porque no hemos sido capaces de frenar, y mucho menos erradicar, el consumo indiscriminado de imágenes y servicios basados en la violencia y la agresión a menores. Por fortuna, aún podemos salvar a muchos niños. Colaboremos denunciando y exigiendo más medios para detener y más penas para castigar.
Cartas al Directo (La Voz de Galicia)
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