Artículo del 13 de Abril del 2009
Justo cuando acaba de terminar el denominado parlamento infantil, en el que supuestamente los legisladores y las autoridades gubernamentales recogieron las inquietudes de la niñez mexicana y se comprometieron, además, a velar por su seguridad, se da a conocer un informe de un organismo internacional que lucha contra la prostitución infantil, en el que se denuncia que México es ya el segundo país en el mundo con mayor explotación sexual de los menores a través del Internet.
Justo cuando acaba de terminar el denominado parlamento infantil, en el que supuestamente los legisladores y las autoridades gubernamentales recogieron las inquietudes de la niñez mexicana y se comprometieron, además, a velar por su seguridad, se da a conocer un informe de un organismo internacional que lucha contra la prostitución infantil, en el que se denuncia que México es ya el segundo país en el mundo con mayor explotación sexual de los menores a través del Internet.
Las razones son tres: una, que en nuestro país no está penalizada la posesión y tenencia del material pornográfico; dos, que la producción de estos deleznables videos es cada vez más barata, ya que una cámara digital y varias grabadoras son suficientes, y tres, que hasta el momento no hay alguna autoridad que se haya enfocado de manera seria y responsable a resolver el problema.
Lo peor de todo es que detrás de la pornografía infantil hay historias reales y auténticas de niños, niñas y adolescentes que son explotados sexualmente a cambio de unos pesos, y a veces, ni eso, pues son víctimas de plagios y hasta torturas. Como en el caso de las drogas, las autoridades y la policía podrían comenzar por prohibir y castigar severamente a los comerciantes ambulantes que venden estos materiales pornográficos, a la vista de todo peatón.
Esto, quizá, sólo lograría encarecer los videos, pero, al mismo tiempo, se podría reducir el número de expendedores para, al final, aprehender a los distribuidores. Cierto, también elemental es legislar sobre la materia. Como en numerosos países del planeta, los castigos tienen que ser ejemplares contra quienes filman esas películas y los que las consumen. Mientras eso sucede, todo discurso a favor de los niños es hueco y sin sustento. Resulta penoso e indignante que México se distinga por la inseguridad, el crimen organizado y, ahora, por la pornografía infantil.
http://www.oem.com.mx/elsoldehidalgo/notas/n1121170.htm
Lo peor de todo es que detrás de la pornografía infantil hay historias reales y auténticas de niños, niñas y adolescentes que son explotados sexualmente a cambio de unos pesos, y a veces, ni eso, pues son víctimas de plagios y hasta torturas. Como en el caso de las drogas, las autoridades y la policía podrían comenzar por prohibir y castigar severamente a los comerciantes ambulantes que venden estos materiales pornográficos, a la vista de todo peatón.
Esto, quizá, sólo lograría encarecer los videos, pero, al mismo tiempo, se podría reducir el número de expendedores para, al final, aprehender a los distribuidores. Cierto, también elemental es legislar sobre la materia. Como en numerosos países del planeta, los castigos tienen que ser ejemplares contra quienes filman esas películas y los que las consumen. Mientras eso sucede, todo discurso a favor de los niños es hueco y sin sustento. Resulta penoso e indignante que México se distinga por la inseguridad, el crimen organizado y, ahora, por la pornografía infantil.
http://www.oem.com.mx/elsoldehidalgo/notas/n1121170.htm
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