Miguel Ángel Parejo, catedrático de psicología y director del curso Redes de pedófilos que proliferan en Internet, pederastas que secuestran a sus víctimas durante años, escándalos de abusos sexuales que se amontonan en los banquillos de los juzgados y en las páginas de sucesos en los medios de comunicación. El curso "Sexo: funciones y disfunciones sexuales" analiza el perfil del agresor y las consecuencias de la agresión para las víctimas, unos daños que, en ocasiones, le acompañan a lo largo de toda su vida.
Del número y el poder del abuso Vallejo Pareja considera que, por los datos que se conocen entre los estudiosos, el número de agresiones sexuales a menores no ha aumentado. Todos conocemos los grandes escándalos como el de la joven secuestrada y embarazada repetidamente por su padre, el 'Monstruo de Amstetten' o el de la niña austriaca Natascha Kampusch, secuestrada durante años por su raptor. "Estos fenómenos mediáticos se unen a un mayor número de casos que recoge la prensa y que cada vez se denuncia más. La diferencia es que antes las familias, incluidas las propias madres, los tapaban y las denuncias no trascendían. Pero el número de víctimas de agresiones sexuales a menores, igual que el número de maltrato a mujeres, siempre ha sido elevado, se hiciera o no público". En cuanto a los efectos devastadores de la agresión en las víctimas, tanto en el momento de producirse como en su futuro como persona adulta, el profesor Vallejo se muestra optimista. "Recordemos que nuestra capacidad de adaptación es extraordinaria y por ello nos hemos convertido en la primera especie del planeta. Todos nosotros somos producto de una determinación genética y una historia. Los que han tenido que afrontar hechos tremendos multiplican sus mecanismos de adaptación para recuperar el proceso normal de su vida". Vallejo considera que las víctimas no han de dedicarse sólo a observar y recrear el pasado, puesto que eso las hundiría en el drama definitivamente. Igual que todos superamos distintas fases de nuestra historia personal, pero sin borrarlas, la persona que ha sufrido abuso en la infancia"ha de trabajar el presente y mirar hacia el futuro, sin volver la vista permantentemente hacia lo que le ha ocurrido. Así le será más fácil vivir".
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