Estudio del 20 de Septiembre del 2007
La atracción sexual de adultos hacia niños es un problema público que suscita enorme preocupación y que no suele responder bien a tratamiento. Además, no se comprenden bien los mecanismos cerebrales que tienen que ver con este tipo de conducta.
Un nuevo estudio publicado por la revista Biological Psychiatry, de Elsevier, (Biological Psychiatry 2007; 62 (6)), es el primero que recurre a la resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés) para obtener imágenes que han permitido describir los circuitos neuronales específicos relacionados con el comportamiento sexual desviado que caracteriza a los pedófilos.Un grupo de investigadores de la Universidad de Yale (Estados Unidos), dirigidos por Georg Northoff, ha analizado para llevar a cabo este trabajo los resultados de fMRI practicadas a pedófilos mientras veían imágenes eróticas, y los han comparado con los de un grupo de control, integrado por sujetos sanos.
Así, han llegado a la conclusión de que el hipotálamo de estas personas da muestras de una activación menor que la de los adultos con comportamientos sexuales sanos. Por otra parte, las pruebas mostraban que, en las mismas circunstancias, existen deficiencias en la activación del córtex prefrontal que guardan relación con la intensidad de la conducta pederasta. John H. Krystal, editor de la revista que ha dado a conocer el estudio, considera que "la habilidad para responder de forma racional a este trastorno se ve seriamente limitada por la falta de comprensión de los mecanismos neurobiológicos que esconde".
Estos hallazgos —continúa—, proporcionan pistas "sobre la complejidad de esta enfermedad" y apunta cómo el déficit en la reacción a estímulos eróticos puede empujar a los individuos predispuestos a la pederastia a buscar otras formas de estimulación sexual. De todas formas, matiza que es importante averiguar si estas diferencias son "muestras de un patrón de activación cerebral que constituye un riesgo de desarrollar pedofilia o bien una consecuencia de las experiencias pedófilas previas", lo que exige, a su entender, el desarrollo de futuros estudios en la materia.Para Northoff, la mayor aportación del trabajo es que "podría abrir puertas a una mayor comprensión del trastorno desde el punto de vista forense, criminal y de la opinión pública".
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